Video Age International May 2012

MA Y 2 0 1 2 (Continuación a la página 18) (Continuación de la página 14) Es una jungla allá afuera desplazarse en la jungla en la que se ha convertido el negocio de la TV y encontrar alguna ganancia? Desafortunadamente lo que encontrarán será el total de lo que los (grandes) Estudios hayan dejado: básicamente el 20% del negocio dividido entre 10 mini-majors y otras 500 compañías de pequeño tamaño a nivel mundial. Naturalmente, tratar de maximizar los derechos de explotación y determinar lo que puede ser retenido, consume tiempo y a lo largo del tiempo, ofrece pocos resultados, pero si los productores y los distribuidores son desligados de los principales sistemas de distribución (de los broadcasters), no queda realmente una alternativa. Según Tom Devlin, de Entertainment Studios, con base en la ciudad de Nueva York, quien es considerado como el rey de la jungla, las estaciones (de TV) apuestan a la familiaridad: “Productos nuevos e innovadores los asustan”, dijo. Por sobre esto, hay una competencia desigual con los grandes equipos. Un distribuidor de programas ubicado en Las Vegas se quejó de que, en Latinoamérica un productor de Inglaterra y otro de Canadá venden animaciones infantiles por sólo unos pocos dólares dado que sus principales ingresos provienen del merchandising. Una cosa está clara: Los Estudios independientes deberán gastar más dinero y horas de trabajo que los (grandes) Estudios para hacer alguna venta. Y, la jungla allá afuera sólo permite la supervivencia de los más inteligentes. Es por ello que el negocio de la venta de programación televisiva es actualmente tan complicada. Sin tomar en consideración variantes y sub-variantes (P. ej.: suscripción a VOD y servicios VOD a la carta) que ofrecen varias empresas de distribución, hay al menos 15 maneras de vender contenidos con oportunidades de reprogramar contenidos existentes. Pero, si bien pareciera haber un buen número de maneras de explotar los derechos, los productores de programas y los sindicadores todavía deben encontrar la forma de generar ingresos, teniendo en cuenta que los pequeños Estudios independientes generalmente no pueden llegar a los grandes compradores y que hay tres maneras de hace dinero con contenidos: por medio de la publicidad, licenciando o venta directa. Por ejemplo, para Michel Zgarka, de XII Tribes Entertainment con base en Montreal, Canadá, “ingresos virales (P. ej.: YouTube) representaron grandes ingresos para Gummibar & Friends. Con casi dos billones de hits y pudiendo rentabilizar cada hit, para nosotros fue un elemento clave en la estructura financiera de especiales de TV y series”. Ciertamente, si las ganancias que provienen de los grandes proveedores de TV se pueden llamar “macro”, los “micro” son una miríada de pequeños pagos que los productores y distribuidores pueden extraer del universo online. Esta es una buena manera de redituar contenido que es difícil de vender a los proveedores de TV (P. ej.: comedias) o que están fuera del ciclo popular (P. ej.: novelas en primetime). Antiguo material de archivo es también un candidato perfecto para los micro-pagos. Investigadores en Inglaterra descubrieron que, para ese servicios de contenido, los consumidores están dispuestos a pagar de U$D 0.10 centavos a U$D 3.25 dólares. Se estima que a nivel mundial los Micro-pagos por contenido digital han estado cercanos a los U$D 12 billones de dólares. Ken DuBow de Opus Distribution con base en Los Ángeles descubrió una buena estrategia en ventanas compartidas, si bien éste no es un concepto nuevo. Esto agrega ingresos cuando una estación de TV que ha adquirido algunos títulos a lo largo de varios años le permite al distribuidor vender algunas de esas mismas películas a otros mercados. Lo que puede ser considerado un nuevo desarrollo — y no es barter (trueque) o posicionamiento de producto — es el patrocinio (sponsorship), o venta a anunciantes. Tal como lo explicó Aldo Di Felice de TLN con base en Toronto, Canadá, este último desarrollo es utilizado especialmente por el fabricante de coches alemán BMW, Nike y Gillete, cuya programación pagada con sus anuncios es dada sin cargo (también Red Bull trata

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